Artículo de Care Santos Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La variante Ulises

Los infectados por la variante literaria no se sentirían enfermos, pero de pronto experimentarían una irresistible necesidad de escribir versos, de dar al mundo una novela autoficcional o de comenzar una trilogía

De izquierda a derecha, Joan Subirats, Yolanda Díaz, Imma Monsó y Ada Colau posan con escritores y editores con motivo de la celebración de Sant Jordi en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. / EFE/ Toni Albir

Me escribe una amiga escritora y me dice que tiene covid. Nos vimos el día de Sant Jordi. Nos hicimos fotos juntas, bromeamos sobre lo insensato que resultaba que en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona nos hubiéramos congregado centenares de escritores (casi todos sin mascarilla) y que nos estuviéramos besando como locos, contentos de reencontrarnos, de volver a celebrar, y de que no lloviera (aún). Más de uno bromeó: no tenemos término medio. Aquello tampoco era normal, el virus seguía por ahí, agazapado. Ay los chinos, recordó alguien, si nos vieran. Sí, pero en algún momento habrá que comenzar a perderle el miedo a todo esto. El miedo, sí. El miedo siempre decide por nosotros, guía nuestros pasos. En algún momento yo bromeé (y alguna colega lo utilizó para su crónica del día en algún periódico): ¿Te imaginas que creáramos una variante literaria del virus? Fue un despropósito más de un día lleno de despropósitos, aunque también de alegría y de un optimismo que no se hizo del todo añicos hasta más allá de media tarde, cuando cayó la segunda granizada y algunos comenzamos a darnos por vencidos. Hay cosas contra las que no se puede.