No sé qué es más escandaloso: que la ministra de Defensa, Margarita Robles, justifique el espionaje a políticos, abogados y familiares del ‘procés’ o que diga que desconoce qué es la revista ‘The New Yorker’. No es que me preocupe que Robles se haya perdido a lo largo de su vida la revista en la que han publicado, qué se yo, de Hannah Arendt a Seymour Hersh, pasando por Truman Capote o David Remnick. Lo que preocupa es que tengo para mí que en realidad Robles sí sabe perfectamente qué es ‘The New Yorker’, pero que considera que para defender su posición en lo referente al ‘Catalangate’ vale cualquier hipérbole e inexactitud, incluso una que la presente a ella en pleno Parlamento como una zafia. “Las cosas que uno hace por amor”, decía Jamie Lannister en el primer libro de ‘Juego de Tronos’ antes de empujar al vacío al niño Bran, después de que el benjamín de los Stark los hubiera descubierto a él y a su hermana Cersei, la reina, en pleno incesto. Las cosas que una hace por sentido de Estado, igual pensó Robles para sus adentros cuando terminó el rifirrafe parlamentario.
Décima avenida Análisis Interpretación de las noticias a partir de unos hechos comprobados, incluyendo datos, así como interpretación de cómo puede evolucionar el tema en base a acontecimientos pasados.
'Catalangate': El sentido de Estado de Margarita Robles
Como con la corrupción, el problema no es que el espionaje exista, sino qué sucede cuando se descubre
La ministra de Defensa, Margarita Robles.
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