El pasado jueves, el BOE publicó un Real decreto relativo a la “reestructuración” de la Casa del Rey, y “reestructuración” puede dar lugar a algún malentendido. La palabra forma parte del catálogo de eufemismos que tratan de dulcificar realidades duras. Por la misma razón por la que se habla de “ayudas” y “recesión” para no decir “rescate” o “crecimiento negativo”, “reestructuración” se usa a veces para evitar mencionar la palabra “recortes”. En este caso, sin embargo, el Real decreto no prevé ningún recorte en la Casa del Rey. De hecho, se reorganizan algunos aspectos de su organización, que sigue siendo la que configuró el Real decreto 434/1988: un organismo de apoyo al monarca en sus funciones de jefe del Estado. Si ha llamado la atención de la prensa ha sido por el énfasis que se ha dado al aumento de la transparencia. Así, se impone la publicidad de la actividad contractual de la Casa del Rey y de las retribuciones de los miembros de la Familia real. Además, se establece una auditoría anual por parte del Tribunal de Cuentas, cuyo resultado se debe publicar en la web de la Casa del Rey.
Artículo de Xavier Arbós Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Cambios en la Casa del Rey
Las medidas de transparencia se pueden quedar cortas si no están acompañadas de una reinterpretación de la inviolabilidad del Rey compatible con la igualdad ante la ley
El rey Felipe VI. /
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