Suspender un Sant Jordi es complicado y muy, muy impopular. Cambiarlo de día tampoco convence porque vete a saber si la gente responderá y no se acabará perdiendo dinero. Reubicarlo en un sitio cubierto rompe con la tradición de las calles abarrotadas; la ciudad no acabará de parecer una fiesta y, no nos engañemos, no sería lo mismo. Aun así, una de estas tres tendría que haber sido la decisión que se debería haber tomado la semana pasada, días antes del desastre.
Artículo de Isabel Sucunza Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Paradistas en la puta calle
La consigna era: adelante con todo, crucemos los dedos y ya se verá. Y lo que se vio es que libreros, editores y vendedores de rosas, ese día, estábamos totalmente desprotegidos
BARCELONA 23/04/2022 Puesto de venta de libros sale volando por el clima en el Paseo de Gracia. FOTO de ZOWY VOETEN /
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