Un fantasma recorre Europa, pero ya no es el fantasma del comunismo al que se refería Marx en su célebre arranque del 'Manifiesto' que publicó en 1848. Es el fantasma del populismo, que adopta formas y contenidos diversos, escorados a menudo hacia la derecha más extrema, y otras, hacia preocupaciones más propias de la izquierda. O alimentado por ambos extremos, como es el caso de la nueva Marine Le Pen que ayer mantuvo un tenso cara a cara televisivo con Emmanuel Macron con el propósito de atraer votos de la Francia insumisa de Jean- Luc Mélenchon sin perder los de la Francia más rancia. Votos del francés cabreado, sea porque piensa que los musulmanes están a un paso de hacerse con las riendas el país, como en las novelas de Michel Houellebecq, sea porque pena para llegar a final de mes en un país cuya renta per cápita anual supera en 11.000 euros la de España. Votos de Vox y, a la vez, votos de Podemos, por decirlo en nuestro lenguaje político. Votos desencantados de una izquierda que ha pulverizado sus referencias históricas (socialista y comunistas) y votos de una derecha social que también ha implosionado políticamente y ante la que Le Pen ya no se presenta como una Juana de Arco irredenta, sino como una madre respetable de todos los franceses.
Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Elecciones en Francia: un referéndum sobre el populismo
Marine Le Pen y Emmanuel Macron, durante el debate que protagonizaron en la anterior campaña electoral, el 3 de mayo de 2017. /
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