Era lunes, no había colegio, y mi hija Helena y yo llevábamos casi una hora intentando salir de casa. Las viviendas oponen una férrea resistencia a la aspiración de abandonarlas. Por momentos, parecíamos dos imbéciles tratando de apagar una luz, atar las botas, hacer una coleta, beber un vaso de agua, ponerse perfectamente los calcetines. Cada vez que abríamos la puerta, nos acordábamos de algo que había que hacer antes de salir, y volvíamos a cerrarla. De pronto, irse de casa se presentó como una acción prácticamente imposible, ya que primero debías salvar un sinfín de pequeñas tareas, algunas ocultas bajo otras más evidentes. Decir «Me voy» es una cosa y otra bastante distinta, casi opuesta, irse de verdad.
Parece una tontería | Artículo de Juan Tallón Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
No irse de casa
Las viviendas oponen una férrea resistencia a la aspiración de abandonarlas. Decir «Me voy» es una cosa y otra bastante distinta, casi opuesta, irse de verdad
Cerradura con candado.
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