Te quitas y eliges la ropa y sales a la calle y piensas que no hay para tanto, que Sant Jordi ya no es lo que era, porque total, ya pasas todo el mes de abril dando vueltas por el país, firmando aquí y allá, y la mayoría de los libros acaban de salir, esa cosa de la novedad, la dictadura de la novedad, que hace que la mayoría de los autores y autoras que firman el 23 de abril hace ya dos meses que dan la tabarra con su libro, y mira, muy raro haber escrito una novela epistolar hoy en día, con lo joven que soy y en pleno siglo XXI, y yo hace ya dos meses, como decía, que explico que es un homenaje a Natalia Ginzburg. Pero te levantas y eliges la ropa y ya no sabes cuántas veces has rezado a saber qué Dios para que hoy, es decir, el próximo sábado, no llueva, ahora que ya no llevamos mascarillas y que recuperaremos una cierta normalidad, resulta que quizá llueve, que, bien mirada, la normalidad de Sant Jordi siempre ha sido un poco mirar el tiempo todos los días y sufrir, sufrir, sufrir.