La sala de espera de la planta covid son solo algunos bancos y una máquina de café. Aunque se supone que no podemos beber nada, porque nadie puede quitarse en teoría la mascarilla. Un familiar por persona, media hora, hacemos cola. Nadie sabe muy bien cuándo son las horas de visita, que varían a diario. Nos visten de 'astronauta'. El protocolo exige que nos supervisen con el EPI. Un protocolo que se vuelve más o menos estricto en función del humor o el rigor de quien lo aplica. La sensación es la de estar entrando en una prisión de máxima seguridad. A menudo tendremos la sensación de que así se trata también a los pacientes.
Artículo de Mar Calpena Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Un Domingo de Ramos cualquiera en la planta covid
Hay que defender a muerte la sanidad pública, y dotarla de recursos. Y por eso es importante defenderla también de quienes, desde dentro, por mala fe o por 'burnout', no están en condiciones de ejercerla
UCI para enfermos de Covid en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. /
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