Artículo de José Luis Sastre Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Tampoco exageremos con el populismo

Era tarde para manifestarse o para reaccionar. Quedaba la opción de lamentarse poco y en casa, que en público ya no se podía

Archivo - El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un mitin en León

Érase un país avanzado que veía las guerras de lejos y que, como los demás, sufrió una crisis y luego otra y después una pandemia, aunque el Estado estuvo siempre ahí, exigido por los más liberales que pedían bajadas de impuestos mientras reclamaban altas cotas de protección social. Estuvo siempre ahí, es verdad, por mucho que no acabase con las desigualdades ni impidiera las tramas de corrupción. Pese a todo, el país tiraba porque de eso se trataba: de tirar y de seguir pese a todo. Había cierto grado de bienestar en la sociedad y las gentes procuraban su propia felicidad, apuntalada en una serie de prestaciones básicas que nadie discutía: educación y sanidad públicas, progreso económico y derechos sociales bien desarrollados. Era un mundo moderno, a ratos feliz incluso, que la mayoría asentaba en el reconocimiento de la igualdad, el respeto y la posibilidad de expresarse en libertad, de votar y de manifestarse, de acudir a tribunales justos y demás garantías que fueron solo anhelos para las generaciones precedentes.