Se impone con terquedad la estampa de una guerra que no solo prolonga la crisis económica de la covid, sino que ha sido causada por la pandemia. El confinamiento de Putin, por su pavor al contagio digno de un Michael Jackson, ha favorecido sus delirios imperiales sin contrastarlos con un entorno inexistente. La realidad paralela causa estragos de magnitud desproporcionada, si dispones de un millón de hombres condenados a morir en tu nombre. El fracaso de la invasión, donde ha quedado claro que Ucrania es demasiado grande para ser engullida por Rusia, también se debe a la utilización de las tácticas de supervivencia ensayadas contra el coronavirus.
Artículo de Matías Vallés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La teleguerra tampoco funciona
Todas las resoluciones bélicas se adoptaban desde Moscú, a ciegas y con retraso
El presidente ruso, Vladímir Putin, en su despacho. /
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