El viernes de la semana pasaba preparaba una sesión sobre la etapa de gobierno de Jordi Pujol para la asignatura de política catalana que imparto en la UdG. Como episodio obligado nos teníamos que detener en la aprobación de la ley de normalización lingüística de 1983. Se trataba de una cuestión prioritaria en aquel momento en que se construían las bases del autogobierno. Y los representantes políticos de todos colores dedicaron tiempo e inteligencia. La ley resultante acabaría consolidando el modelo escolar que después dijimos de inmersión, y fue aprobada sin ningún voto en contra. No era la propuesta a priori defendida por CiU, tampoco por ERC, pero en el marco de un rico proceso de deliberación, se llegó a la conclusión que la mejor opción para la cohesión social y el futuro del catalán era consolidar una única red escolar (la propuesta del PSC) que asegurara el conocimiento de las dos lenguas oficiales a toda la ciudadanía de Catalunya. El uso del catalán como lengua vehicular que, en tanto que minorizada, posibilitaba este hito.
Artículo de Gemma Ubasart Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El catalán, una lengua para querer
Hay un factor que no tendríamos que olvidar y me preocupa: que el catalán sea percibido por una parte de la sociedad como una lengua ajena, como un patrimonio que no le es propio
Protesta en favor de la inmersión lingüística en Barcelona /
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