Artículo de Carles Campuzano Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Por una regularización extraordinaria

500.000 personas, que representan alrededor de un 14% de los migrantes residentes en España, son muchas, especialmente si pensamos que el grueso de estas personas trabaja en la economía sumergida

Colas de extranjeros para lograr la regularización, en la oficina del paseo de Sant Joan, en Barcelona. / ARCHIVO / GUILLERMO MOLINER

Afrontamos una nueva oleada de refugiados con políticas de los Estados miembros de la Unión Europea y con una movilización de la ciudadanía respecto a la acogida radicalmente diferente de lo que vivimos durante la crisis de los refugiados de Siria. En muchos sentidos, es una muy buena noticia. La Unión Europea ha activado todos los mecanismos legales para acoger a los refugiados ucranianos que contempla el derecho comunitario y la sociedad civil se ha volcado con un formidable esfuerzo de generosidad en la acogida de miles de mujeres, niños y personas mayores que huyen de la guerra de Putin contra Ucrania. Otra cuestión es volver a constatar que ni la Unión ni el conjunto de ciudadanos dimos la respuesta que correspondía cuando miles de personas intentaban entrar en la Unión Europea desde Turquía o desde Libia. A escala institucional la excepción fue, sin duda, la cancillera Merkel, que asumió el correspondiente desgaste electoral.