El desliz | Artículo de Pilar Garcés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Chicos, no seáis como Will

El acto de contrición de Smith invalida los argumentos de quienes, desde el machirulismo, el meapilismo o el feminismo, le dieron cobertura durante horas

Will Smith golpea a Chris Rock, en la gala de los Oscar. / REUTERS / BRIAN SNYDER

Toda madre que, invadida por la nostalgia, se pone a pensar «qué mono es mi niño, ojalá no creciera», se ha sentido aliviada al ver en bucle la escena de la bofetada de Will Smith al presentador de la gala de los Oscar, Chris Rock. Por suerte, nuestros hijos crecerán y no serán para siempre un adolescente obtuso, farruco y sin criterio como él. Que me perdonen los adolescentes. Confieso que me he tenido que ir a mirar en internet cuántos años tiene, pues se conserva de maravilla, y podría seguir interpretando para siempre 'El príncipe de Bel-Air', serie donde encarnaba a un pandillero problemático enviado preventivamente por su madre a casa de sus tíos ricos y sofisticados. Su personaje, llamado Will Smith, se burlaba todo el tiempo de su amanerado y pijo primo Carlton por su baja estatura, y de su estricto tío Phil, que era juez, por calvo y gordo. Que me perdonen las personas de talla por debajo del percentil, las de peso no normativo y… vaya, también los calvos y las calvas. Eran los 90 del siglo pasado, uno podía aludir a la alopecia ajena sin llevarse un tortazo y con fondo de risas enlatadas. Pero a lo que íbamos: Will Smith va para 53 años y sigue siendo un inmaduro en la edad del pavo. Primero se monda con el chiste de su amigo Rock, y cuando observa que a su mujer no le ha gustado, se levanta para ajustarle las cuentas, le arrea medio sonriéndose, y luego se pone a despotricar soltando tacos. Él solito se mete en un lío y acaba lloriqueando y arruinando uno de los mejores momentos de su vida, el de recoger el más alto galardón del cine por una película perfectamente prescindible. Hormonas versus cerebro y raciocinio, que me perdonen los endocrinólogos. Un telefilme de líos en el instituto con damiselas necesitadas de defensores aguerridos. Un matón de patio, que te meto. Chicos, espabilad, no seáis como Will. Adultos: no aplaudáis a Will, no se lo merece.