Nazi. Sí, nazi. Vamos, vuélvelo a repetir. Una vez y otra. Hasta que la mancha cubra su rostro, el cuerpo entero y todo lo que se mueve a su alrededor. Si huele una flor, que se pudra cada pétalo. Si toma asiento, que alguien lo desinfecte. Si lee un libro, prohibamos el título. Todo para preservar nuestra pureza. Que nada mancille la inmaculada concepción de nosotros mismos.
Artículo de Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La mancha de su rostro
La ultraderecha es experta en deshumanizar al adversario. Lo simplifica, lo deforma, lo excluye y lo silencia
Santiago Abascal, en Ceuta, el pasado mes de mayo. /
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