Con nocturnidad y alevosía, el gobierno español ha claudicado ante Marruecos en la cuestión del Sáhara. Para la historia de la infamia quedará la carta de garantías que el presidente Pedro Sánchez envió a Rabat en la que reconocía “la iniciativa marroquí de autonomía como la base más seria, realista y creíble” para la resolución del conflicto, lo que implica abandonar a su suerte a la antigua colonia española y al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
Artículo de Ignacio Álvarez-Ossorio Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La incógnita argelina
A pesar del creciente malestar, el gobierno español sigue considerando al país vecino como un “socio fiable” y descarta la interrupción del flujo de hidrocarburos
Frontera de Argelia y Marruecos.
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