Artículo de Núria Iceta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Escondida primavera

Con respecto a la guerra de Ucrania, el derecho a la información debería ir acompañado del deber de hacer algo o acabaremos mirando el dedo y no la luna

Una familia de acogida recibe en València a mujeres que huyen de la guerra en Ucrania.

Trituramos días del calendario y ya es primavera. Dos años de pandemia y la muerte de este invierno no da tregua. La destrucción de las vidas, de las ideas, de la razonabilidad, quiere imponer su ley en Ucrania, en las guerras olvidadas del mundo, en las esquinas de casa que no queremos ver. Recuperé el otro día el ‘InfoK’ especial dedicado a la guerra de Ucrania, para ver si me ayudaba a entender algo. Se lo recomiendo, está muy bien explicado el conflicto, y está muy bien adaptado a nuestra realidad. Con recursos gráficos, testimonios, explicaciones sencillas pero eficaces y sin condescendencia (los niños son pequeños, no idiotas). Pero si me preguntan ahora qué es lo que más recuerdo, es la frase de una psicóloga que ante la angustia que provoca en los niños (ay, si solo fuera en los niños) las imágenes en bucle de la guerra, les animaba a que pidieran a los adultos que apagaran la tele, que tenían derecho, que si las imágenes y los programas no eran para ellos no tenían por qué aguantarlos. Lo he comentado estos días con amigos que tienen hijos y todos se sentían interpelados. Una amiga me dijo que su hija el otro día le había pedido que "apagara la guerra".