La última vez que el Barça le ganó 5-1 al Real Madrid las lágrimas de un madridista, mi nieto Óliver, entonces de seis años, me partieron el alma. Hacía frío en Barcelona, el muy amable Carlos Naval tuvo la gentileza de proporcionarnos asientos cercanos a la cancha y la madre del niño y este apasionado seguidor de Modric pudieron ver con comodidad y con nervios de distinta naturaleza una goleada que en aquel entonces aún se podía permitir el equipo al que profeso fe desde que tenía la edad de la que ahora disfruta el nieto.
GOLPE FRANCO
"¡Aburrimiento extremo en Chamartín!"
El Barça celebra uno de los goles de Ferran
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