El desliz/Artículo de Pilar Garcés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Sánchez y Macron se meten mano

Las nuevas masculinidades van ganando terreno a las viejas, por suerte. Eso genera inseguridad de la buena, de la que hace avanzar en igualdad

Sánchez se reúne con Macron en el Palacio del ElíseoEl presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, en la reciente cumbre europea de Versalles.

Mucho se ha comentado el vídeo de la llegada de Pedro Sánchez a la reunión informal del Consejo Europeo que se celebró la semana pasada en el Palacio de Versalles para hablar de Ucrania. Le esperaba en la entrada el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Se miraron, se sonrieron, se abrazaron, se besaron, se hablaron enlazados, se volvieron a palmear los brazos, caminaron fundidos en un único ser de cuatro extremidades superiores, mis manos en tu cintura. Se frotaron mutuamente las espaldas, se quedaron mirando a la distancia del 'slowly' que cantaba Aute, se dijeron cosas bajito, se volvieron a tocar los brazos, con un suave masaje, se apretaron los antebrazos, se cogieron fuerte la mano y se despidieron con un ‘nos vemos dentro’, me pareció interpretar. Qué escándalo, parece que hemos dado por acabada la pandemia y sus distancias de seguridad; a eso le llamo yo un contacto estrecho y viva París. Rápidamente se llenaron las redes de cachondeos ibéricos hacia dos señores que manifestaban sus afectos momentos antes de entrar a una cita en clave de guerra, dejando el amor en la antesala. Dos hombres apuestos, cabe añadir, pues tantas veces hemos visto saludos cariñosos entre próceres menos jóvenes y agraciados sin que se haya alborotado el gallinero. Plantarle dos besos a Joe Biden es como dárselos a tu abuelo. Acercarte a ese Boris Johnson que bailaba, cubata en mano, representa un riesgo superior a dar de comer a un orco. Restregarte con el canadiense Justin Trudeau mientras se muestra el poderío de la OTAN... eso envía un mensaje muy diferente. «Que se líen, que se vayan ya a un hotel, ese meterse mano resulta excesivo, qué calores que me están entrando», comentaban los machos nerviosos impactados por el cortejo de Sánchez y Macron. Las nuevas masculinidades van ganando terreno a las viejas, por suerte. Eso genera inseguridad de la buena, de la que hace avanzar en igualdad.