Artículo de Astrid Barrio Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Extrema derecha: Matar al mensajero

Es cierto que la derecha radical presenta una agenda incómoda pero hay que asumir que algunos de los problemas que plantea están presentes en la sociedad y amenazan con generar profundas fracturas a largo plazo, además de una elevada polarización

El líder de Vox, Santiago Abascal. / Óscar J. Barroso / AFP

La derecha radical, a pesar de la heterogeneidad de esta familia ideológica, se caracteriza por tener una agenda política común que impugna la mayoría de los consensos sobre los que se construyó la Europa democrática de posguerra y gracias a los cuales, una vez derribado el muro de Berlín, se fue extendiendo hasta casi adquirir una dimensión continental, al menos hasta ahora. Un nacionalismo exacerbado, hostilidad hacia la inmigración y a las diferencias culturales de matriz religiosa y, por tanto, más xenófobo que propiamente racista, un rechazo rotundo a las políticas de género, relativismo cuando no directamente negacionismo respecto al cambio climático y un euroescepticismo en grado variable, asociado a la percepción de pérdida de soberanía que implica el proyecto europeo. Un contenido recubierto de un continente con una clara tendencia a abusar de las malas formas, de las noticias falsas y de una pulsión iliberal en el ejercicio del poder y que se ha identificado con el borroso concepto de populismo.