Llevamos unos años en que sucesivos acontecimientos muestran hasta qué punto la globalización económica se sustenta en unas bases muy frágiles. Se argumentaba en sus inicios, hace tres décadas, que con la apertura se suavizarían mucho los ciclos económicos, el bienestar se generalizaría y se tendería a una homogeneización política mundial, que enterraría viejos conflictos. Sin embargo, cerca de nosotros hemos conocido la mayor crisis económica que podamos recordar, se ha hundido la política tradicional y fracturado la sociedad, hemos padecido una pandemia sucedida por enormes deficiencias en las cadenas de suministro global para, ahora, acabar con una guerra en Europa. Y lo que vendrá.
Artículo de Jordi Alberich Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Moderar la globalización
Deberemos compaginar espacios plenamente globales y abiertos con otros en que las políticas nacionales, en nuestro caso mayormente europeas
Un trabajador descansa en una fábrica de acero en Shenyang. /
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