“Desde Rusia, con amor”. Así se publicita en las redes sociales el restaurante ruso Ekaterina, en el barrio de Sant Antoni de Barcelona. Una frase que ahora cuesta leer. Este local no lo está pasando nada bien. La conversación con su propietaria, Genya, me impresionó. No simpatiza con Putin y sufre la guerra. Ella también se ha convertido en una víctima del conflicto. Desde que empezó, tiene más cancelaciones, más comentarios críticos y malas valoraciones en internet. Para explicitar lo que no haría falta que explicitara, ha colgado carteles en la puerta del restaurante y en las redes sociales dejando constancia de que ella no es cómplice de lo que hace el Gobierno de su país. La comunidad rusa, o al menos la que no sintoniza con Putin, lo está pasando realmente mal. Tiene que dar demasiadas explicaciones. “Decir que eres rusa genera cierta tensión” me decía el otro día Yulia Talarn, una traductora rusa que hace años que vive en Barcelona.
Artículo de Eva Arderius Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
No al Hermitage, no a la guerra
La posición de una parte del Gobierno municipal con el museo privado ruso les ha valido el sobrenombre de “Gobierno del no”, pero visto con la ventaja que da el paso del tiempo ha sido un acierto. Algunos 'no' pueden salir bien
Perspectiva aérea sur del proyecto del Museo Hermitage diseñado por el estudio Toyi Ito Estudio & Associates para Barcelona /
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