Hoy denostamos a Putin, pero nada hacíamos cuando envenenaba y encarcelaba a Alekséi Navalni. Aprobamos solemnemente enviar armas a los ucranianos, pero somos incapaces de cerrar su espacio aéreo, desde el que los aviones rusos bombardean a diario sus casas. Le decimos a Ucrania que queremos que sea europea como nosotros, pero cuando nos piden entrar en la UE, le cerramos la puerta sin ninguna vergüenza delante de sus narices y con tristes excusas. Decretamos que aislamos a Rusia del sistema Swift, pero el día que la medida entra en vigor descubrimos que al menos dos bancos se han salvado, porque en realidad, más que desconectar, tenemos que hacerlo ver. Proclamamos el aislamiento económico de Rusia, pero cada día le compramos gas por valor de más de 600 millones de euros, con los que se financia la guerra que decimos querer parar.
Artículo de Ernest Folch Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Nuestro cinismo
La guerra refleja la inmensa crueldad de Putin, pero también ha destapado todas nuestras debilidades
El presidente venezolano, Nicolás Maduro. /
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