Parece que no aprendemos. Después de la locura del papel de wáter, llega a nuestras vidas la del aceite de girasol. No quiero hacerme la burguesa, pero ese aceite en mi casa no entra. Somos más de aliñar la ensalada con el aceite de oliva extra virgen que nos trae nuestra 'nani' de la infancia. La Marina. Llega cada tres meses, cargada con botellas recicladas de cristal llenas de aceite de Arandilla. El aceite del pueblo, le llama ella. Pues la cosa es que, en casa, una botella de aceite de la Marina puede durar tres meses tranquilamente. No entiendo el ataque y la paranoia con el aceite de girasol. El otro día, mientras me preguntaba por qué la gente lo consume tanto, una usuaria de Twitter colgó indignada una foto con el carro y el tíquet de su lista de la compra, que según ella subía más de lo habitual. Exactamente 126,05 euros. El texto que acompañaba la foto decía: “126 euros. Esto petará".
Artículo de Imma Sust Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El aceite de girasol no entra en mi casa
La verdad es que igual sí que petaremos, pero no será por una guerra atómica, la culpa la tendrán los procesados y la mala alimentación
Limitan la compra de botellas de aceite de girasol en los principales supermercados.
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