Siempre me ha inquietado la soledad del tirano, del déspota, del afectado de grandilocuencia. Me gustan las novelas de dictadores, ese subgénero que exploró el brillo y la herrumbre de los hombres que se creen más que los demás, y donde coexisten el Tirano Banderas de Valle-Inclán, el patriarca de García Márquez o el Burundún-Burundá de Jorge Zalamea, por no olvidar las aportaciones al género que hicieron Roa Bastos, Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias, Jorge Ibargüengoitia o tantos otros. Y se ve que hablamos más del género humano que de un asunto literario, por eso las novelas de dictadores son tan antiguas e inevitables como nosotros mismos. Y desde luego, tal como anda el mundo, no van a pasar de moda.
Megalomanía humana Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La soledad del dictador
Si Putin fuera un personaje de ficción, habría que enmendarlo. Hacerlo comprensible, verosímil, explicable
Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa.
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