Rusia tiene sus razones para plantear un nuevo orden de seguridad europeo, como reclamaba Vladímir Putin en el ultimátum que lanzó el pasado 17 de diciembre. Desde la implosión de la Unión Soviética no solo ha perdido sus “colchones amortiguadores” en el Asia central y en la Europa oriental, sino que ha quedado reducida al nivel de una potencia regional demográficamente en caída, con una economía de monocultivo, dependiente de los vaivenes del mercado de hidrocarburos, e incapaz de evitar una ampliación de la OTAN, a la que percibe como una amenaza a su seguridad; todo ello, a pesar de su todavía impresionante arsenal nuclear. Pero, aunque pueda parecer inicialmente lo contrario, el rumbo que ha adoptado tras el reconocimiento de las 'repúblicas populares' de Donetsk y Lugansk, y el despliegue de tropas en el territorio soberano de Ucrania, le alejan aún más de su objetivo de ser reconocida como una potencia global y de lograr un acuerdo para establecer un nuevo esquema de seguridad continental que garantice su seguridad.
Conflicto Rusia-Ucrania Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Putin mueve ficha... y se equivoca
La decisión del presidente ruso de reconocer la independencia del Donbás cierra el paso a cualquier posible proceso diplomático cuando Washington y la OTAN se habían mostrado dispuestos a explorar posibles acuerdos sobre el despliegue de algunos tipos de armas
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