Parece que fue hace un siglo, pero han transcurrido poco más de cinco años desde que Verónica Pérez, portavoz de Susana Díaz, proclamó delante de Ferraz aquel famoso autogolpe: "La autoridad soy yo". El resto es historia: los amotinados perdieron y hoy Pedro Sánchez es presidente del PSOE y Díaz ya es solo una nota a pie de página en la política española. El pasado domingo, pero esta vez en la sede del PP, la agitación de Ayuso culminó con un curioso oxímoron: una turba conservadora de derechas pidiendo la revolución en la calle Génova. Los dos episodios son muy diferentes, porque no tiene pinta que el acobardado Pablo Casado sea capaz de sobrevivir a la brutal campaña de intimidación a la que ha sido sometido en los últimos días, pero son también muy iguales porque tienen un denominador común inquietante: cuando el 'establishment' decide recuperar el poder perdido es capaz de cualquier cosa, incluso de perpetrar golpes en plena calle. Porque para entender la guerra civil en el PP, lo primero que hay que hacer es leer los periódicos. Basta una ojeada a la prensa de la capital para ver que de lo que se trata es de ocultar lo esencial y mostrar lo accesorio. Estamos ante una espectacular operación de maquillaje, que solo trata de ocultar la verdad que Pablo Casado tartamudeaba el pasado viernes en los estudios de la COPE: en plena pandemia, cuando morían en España miles de personas cada día, la presidenta de una comunidad enriquecía a su hermano gracias a una comisión para una empresa fantasma que jamás había comprado hasta la fecha ninguna mascarilla. En cualquier otro lugar civilizado, este escándalo habría terminado con la carrera política de Ayuso y probablemente habría provocado una intervención inmediata de la fiscalía. Aquí, la información de 'Eldiario.es' fue recibida el pasado noviembre con el debido silencio y la diputada del PSOE que denunció el caso ante la misma Asamblea de la Comunidad de Madrid fue expulsada del hemiciclo por faltar al respeto, como si estuviéramos en Bielorrusia. Así se entiende mejor cómo la extrema derecha mediática ha usado el presunto espionaje de Casado para tapar la menos presunta corrupción de Ayuso.
Guerra civil en el PP Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Banalización de la corrupción
En algo hemos mejorado: en España ya no se asalta el congreso de diputados, sino solamente sedes de los partidos. Ya no se movilizan tanques sino solamente articulistas. Algo es algo
Miles de manifestantes cortan la calle Génova al grito de “Casado dimisión” /
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