Mientras el Real Madrid y su entorno, con esa fanfarronería rayana en el delirio que ha caracterizado toda su historia, vuelven a convertir una derrota en una gran victoria con el pintoresco argumento de que el talentoso Mbappé debe ser considerado un jugador de su equipo, el barcelonismo, siempre haciendo equilibrios en la fina línea de cal que separa la melancolía de la pulsión suicida, prefiere ocupar el tiempo flagelándose con una rama de abedul y, más lamentable aún, arrojando a la pira a sus propios futbolistas.
Análisis
Dejen en paz a Eric Garcia
Eric García, en un entrenamiento del Barça en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí. /
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