Araujo se equivocó. No debió mofarse del Espanyol e hizo bien en disculparse posteriormente. Se le censura porque es uno de los protagonistas y debe dar ejemplo. Sin embargo, ese y cualquier otro gesto de peor gusto se tolera si quien lo hace está en la grada. Bajo la excusa de una rivalidad malentendida, los aficionados tienen carta blanca para descargar sus iras cada vez que llega un derbi, ya sea en el Camp Nou, o en Cornellà. Como si estuvieran en un circo romano.
ANÁLISIS
Araujo no es de todos
Piqué cabecea un balón en el derbi Espanyol-Barça celebrado en Cornellà-El Prat. /
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