Relato independentista Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Ficción y realidad en el independentismo

La destitución consentida de Juvillà supone el fin oficial de la retórica vacía de la confrontación, pero es también una oportunidad para que los puros aterricen por fin en la realidad

La presidenta del Parlament, Laura Borràs, i el diputado de la CUP y secretario tercero de la Mesa, Pau Juvillà, al inico del pleno del Parlament del 14 de desembre de 2021.  / ACN

Lo que ha sucedido estos días con Laura Borràs en el Parlament, aunque no lo parezca, poco tiene que ver con Laura Borràs. La batalla política que arrastra este significativo caso la pone inevitablemente en el centro de la diana, pero su inevitable protagonismo puede desenfocar erróneamente la verdadera cuestión de fondo. Todo esto, por no ir, no va ni siquiera del ya exdiputado Pau Juvillà, víctima de una sentencia administrativa desproporcionada, pero tirado después en la cuneta por los supuestos irreductibles. Y es que el caso lleva consigo una carga de profundidad, porque explica el fin de un viaje imposible: con la retirada del escaño de Juvillà termina oficialmente la huida hacia adelante de una parte del independentismo, que se proclamaba revolucionario hasta que ha tenido que demostrarlo. El asunto compromete a Borràs (que edificó su mandato sobre la hipótesis de que ella, a diferencia de su antecesor Torrent, sí llevaría sus ideales hasta sus últimas consecuencias), pero por encima de todo desnuda definitivamente la autodenominada estrategia de la confrontación, una más de las ensoñaciones que han confundido al independentismo en la última década. La política es tan cruel que es probable que los que hace escasos días encumbraban a la presidenta ahora la abandonen a su suerte, pero los daños colaterales van mucho más allá de Borràs: con el fiasco de la defensa de Juvillà ha quedado claro que lo que algunos pretendían no era desobedecer sino hacerlo ver, que en realidad no se trataba de plantar cara sino de prometerlo.