Vida sostenible Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Barcelona apocalíptica

Guste o no a la patronal, una mayoría de peatones, ciclistas, o simplemente habitantes aplaude con entusiasmo que se vaya apartando al coche contaminante, ruidoso y peligroso de las calles, y se empiece a priorizar por fin la vida sostenible y sana por encima de los intereses de cualquier industria

Ambiente en la supermanzana de Sant Antoni, junto al mercado, a principios del mes de marzo / Álvaro Monge

"Las 'superilles' de Barcelona llevarán al paro a 25000 personas y causaran pérdidas en la restauración por valor de 3500 millones de euros". Aunque lo parezca, este no es el titular de un tabloide amarillo digital cualquiera sino el comunicado oficial que hizo público el pasado sábado una institución centenaria como Foment del Treball, convertido de repente en un agitador, por no decir en un opositor. Porque es normal y comprensible que una entidad privada como Foment, que representa a centenares de empresarios, quiera actuar como 'lobby' y no esté de acuerdo con lo que decide un gobierno a sus antípodas ideológicas. Lo que no es normal es que emplee un tono sorprendentemente radical, beligerante y catastrofista, impropio de gente que se autodenomina de orden. Es hasta cierto punto normal que Foment, como es tradicional, proteja el coche y la economía tradicional. Lo que no es normal es que ignore la realidad obviando deliberadamente que, en el último barómetro de la ciudad, un espectacular 75% de los barceloneses encuestados se mostraban a favor de reducir el tráfico motorizado, como tampoco es normal omitir que un reciente informe de la ONU puso estas supuestamente terroríficas 'superilles' como un "ejemplo" de cara al mundo contra el cambio climático, o que la actuación a favor de la sostenibilidad en Barcelona ha recibido menciones notables en periódicos poco sospechosos como 'The Guardian' o 'The New York Times'. Y es muy normal que Foment opine sobre el devenir de la ciudad, pero no es normal que se dedique a hacer futurología barata, acientífica e imposible de probar sobre las consecuencias de algo que todavía no existe, como la 'superilla del Eixample', y omita datos objetivos, como por ejemplo que Barcelona es hoy la 18a ciudad más competitiva del mundo y la 7a de Europa (según el prestigiosa Global Power City Index), un Índice que curiosamente no cita y que es imposible que desconozca.