Mañana hará dos años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró “la emergencia sanitaria de preocupación internacional” por el coronavirus, y solo 25 días más tarde ya se detectó el primer caso en Catalunya. Ahora nos parece imposible que entonces, sin tanta información, pensáramos que eso era cosa de quince días, un mes si eras pesimista. En estos dos años hemos aprendido, para bien o para mal, a convivir con los vaivenes de la pandemia, hasta el punto de que nos parecen cotidianos gestos que no lo eran: la mascarilla, el gel, el test de antígenos. Con la misma naturalidad, diría, hemos aceptado la posibilidad de un futuro más negro y apocalíptico, seguramente también porque las señales que nos da el presente—la emergencia climática, la desigualdad económica, el autoritarismo político— nos activan la imaginación.
Ficción Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El futuro va muy rápido
Hemos aprendido a convivir con los vaivenes de la pandemia, hasta el punto de que nos parecen cotidianos gestos que no lo eran: la mascarilla, el gel, el test de antígenos
Imagen del episodio final de ’Estación Once’. /
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