Lenguas minoritarias Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Constitución y lengua: un pecado original

El objetivo final debe ser permitir que todos puedan hablar y escribir en su lugar de origen en su lengua materna, particularmente en las instituciones, que deben contestar en la lengua utilizada por el ciudadano

Ejemplar de la Constitución / Europa Press

No fue fácil salir de una situación de negación de las lenguas minoritarias habladas en España que en no pocas ocasiones históricas tuvo auténtica vocación de exterminio cultural. Desde los años finales de la dictadura, primero a través del arte y el voluntarismo, y luego a través de la parcial cooficialidad constitucional, esas lenguas consiguieron un impulso inédito desde el siglo XVIII. Por fin los padres iban a hablar con sus hijos en su lengua propia sin pensar que les estaban transmitiendo un idioma inútil. Por fin se iban a aprender esas lenguas en todas las escuelas. Por fin iba a desaparecer el analfabetismo en dichos idiomas. Catalunya, Valencia, Baleares, Aragón, Navarra, País Vasco, Galicia, Asturias y otros lugares limítrofes de los citados estaban llenos de personas que hablaban en su lengua minoritaria, pero escribían cartas a sus familiares en castellano porque no sabían escribir otra lengua. Todo eso pasó en España.