Cuántas veces nos hemos puesto las manos en la cabeza al comprobar que alguien, por sus intereses particulares, había dañado un edificio emblemático, una fachada histórica, una casa o una tienda de toda la vida. Nos hemos puesto las manos en la cabeza porque hemos sentido que una parte de nuestra historia y nuestra identidad se borraba para siempre. Y lo hemos sentido así porque patrimonios hay muchos, más de los que nos pensamos, ya sea por su valor histórico, arquitectónico o paisajístico, como por su naturaleza ordinaria: porque forman parte de nuestro día a día, de la ciudad vivida.
Ágora Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
En Gràcia, un nuevo urbanismo para la vida
La estrategia integral para proteger el patrimonio también protegerá al vecindario de las peores consecuencias de la presión especulativa
La parte alta de la calle de Verdi con construcciones tradicionales de Gràcia. /
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