Seguro que haberse adentrado en la sesentena y estar a punto de debutar como abuelo condiciona la mirada. Acepto incluso que pueda limitar el campo de visión. No lo niego. Pero tampoco creo que acumular años implique claudicar ante lo modernamente correcto. Resulta que en este comienzo de año he descubierto, como tanta otra gente, una nueva red social; y no, esta tampoco me convence. Se llama Be Real (‘english, of course’, aunque la inventó un francés) y propone que una vez al día compartamos fotos de dónde estemos y haciendo lo que sea. No cuando nosotros queramos, sino cuando el algoritmo de turno decida que nos ha tocado y además con el límite de dos minutos. O sea, que los reclamos de Be Real son evidentes: autenticidad, porque apenas hay tiempo para ensayar un posado o fingir que estás disfrutando de un viaje paradisíaco, cuando a lo mejor te pillan cagando; e inmediatez, porque la respuesta es prácticamente automática.
Redes sociales Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Real como la vida misma
Tengo la sensación de que nos están –o nos estamos– convirtiendo en esclavos de los avisos y los mensajes
Una persona fotografía un teléfono móvil. /
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