El ser humano vive en una situación permanente de desarraigo de sí mismo. Para llegar a niño es preciso haberse desarraigado del bebé, del mismo modo que hay que abandonar al niño para llegar al adolescente, etc. Esa sucesión de exilios termina cuando abandonas al viejo para convertirte en muerto. No es raro que muchos no quieran salir de su pueblo: bastante trabajo tenemos con el viaje agotador de la biología. Lo raro es que a lo largo de este éxodo continuado permanezca en el cuerpo un yo, mi yo, su yo de usted o el de su nuera. ¿Pero permanece? Es cierto que tengo memoria de mis 'yoes' anteriores. Recuerdo el de los veinte años y el de los treinta, los cuarenta, etc. Hay en mí una potencia que me hace recordarlos, pero, si he decir la verdad, cada 'yo' era de su padre y de su madre. No me reconozco en ellos, pero he logrado articularlos de tal modo que parecen el mismo, aunque algo evolucionados.
El trasluz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Técnicas narrativas
Niños posando en la escuela, en 1955. /
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