Prejuicios hacia los vulnerables Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La práctica de garantizar los derechos humanos

La polémica en torno a la ubicación del albergue para toxicómanos sin hogar en Barcelona muestra la resistencia de la ciudadanía para corresponsabilizarse de las vulnerabilidades estructurales que el sistema genera

Clase de yoga en el albergue para toxicómanos de la calle de Numància, que en marzo se trasladará a Horta-Guinardó. / Zowy Voeten

El 18 de enero, Toni Sust firmaba un artículo en EL PERIÓDICO donde confirmaba la instalación definitiva del albergue para personas en consumo activo de drogas en uno de los distritos de  Barcelona. Este centro –pionero en Catalunya y en España– fue creado durante la etapa más dura de la pandemia (abril de 2020) para acoger a las personas sin hogar que están consumiendo drogas. La noticia ha saltado a los medios recientemente no por su relevancia social en relación al avance que supone su existencia para garantizar derechos sociales sino por las quejas vecinales sobre la supuesta peligrosidad del centro. El centro está impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona y gestionado por una de las entidades más especialistas en esta cuestión, la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD).