Nos deja Ricardo Bofill, con ese sopetón de los jóvenes eternos. Ya inundan las pantallas sus obras emblemáticas: las terminales aeroportuarias de El Prat, el Teatre Nacional, el Hotel Vela… "-És d’en Bofill. -Del pare o del fill?", decía un chiste malicioso. Se trata, sin duda, de obras significativas del lenguaje posmoderno y corporativo. Tal vez sea oportuno recordar también sus proyectos iniciales que, con Anna y formando equipos multidisciplinares, retaron a los dogmas del racionalismo en los últimos años 60 y primeros 70. El Walden, la Muralla Roja, el Xanadú o el Castell de Kafka sorprenden todavía por su carácter innovador.
Proyecto innovador en el Garraf Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El Castell de Bofill
El Kafka era arquitectura arriesgada y experimental pero a un tiempo cuidada, atenta al detalle, que mimaba lo doméstico. Si por fuera el edificio se mostraba como un fantástico juego de piezas, por dentro resultaba igualmente fascinante
El Castell, de Sitges. /
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