Estos días se ha conocido la autopsia de Olivia, una de las pequeñas de Tenerife asesinadas por su padre, Tomás Gimeno. En aquellas semanas se habló de si él llegó a retenerlas con vida unas horas o días, o si ellas murieron al ser arrojadas al mar. Ahora se sabe que aquel audio con la voz de la pequeña, que él llegó a mandar a la madre desde su móvil, eran los últimos minutos de vida de Olivia. Justo después la asfixió. Él salió de la casa con sus hijas asesinadas. Hoy escucho en las tertulias hablar de nuevo de él como un “monstruo” y muy poco de hablar de él como un “machista”, que es el origen de su comportamiento. Hasta que no nombremos esto por su nombre, no vamos a encontrar la solución. Y hasta que no invirtamos en educación para paliar esto, tampoco.
Una lacra persistente Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El aumento de la violencia vicaria
De hacer las cosas bien y de no seguir educando machistas, cuánto dinero nos ahorraríamos y cuántas vidas se habrían salvado
Tomás Gimeno asesinó a sus hijas para vengarse de su mujer, Beatriz Zimmerman. /
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