Análisis

Hernández de Arabia

Xavi Hernández, durante el partido entre el Barça y el Real Madrid en el Estadio Rey Fahd. / Fayez Nureldine / AFP

Eso de irse hasta Arabia para echarle un pulso al destino y tratar de alcanzar una gloria que en nuestro país de origen se nos niega obstinadamente ya lo había hecho, hace poco más un siglo, un capitán británico llamado Thomas Edward Lawrence, y con resultados discutibles. Como sabrá todo aquel que se haya enfrentado con algún provecho a las tres horas y 42 minutos que dura la maravillosa película que David Lean dedicó al militar y arqueólogo, Lawrence se plantó en Oriente Próximo con el propósito de avivar la revuelta de las provincias árabes contra el poderoso ejército otomano. En el Estadio Rey Fahd de Riad, el FC Barcelona tenía ante sí un desafío no menos imponente, aunque esta vez lo único turco que hubiera a la vista fuera el renacido pelo de Jordi Alba: demostrar que, después de unos meses de calamidades deportivas y tribulaciones administrativas, el equipo vuelve a estar en condiciones de competir con el líder de la Liga. Acabó perdiendo la batalla, pero ese primer objetivo quedó cumplido.