No me pienso bajar del burro. Voy a seguir siendo optimista. Y por eso estoy convencido de que 2022 podemos bautizarlo -provisionalmente- como el año de la remontada. No pretendo convencer a nadie, es que lo siento así. Y además tengo argumentos. ¿Cómo está la salud del mundo? Jodida, por la pandemia, y más aún por las diferencias de siempre; lo del reparto de vacunas no tiene nombre ¿Existe el peligro de alguna guerra entre grandes potencias? Bueno, guerras ya las hay, sólo falta empezar a pegar tiros; y no, no es descartable. Como tampoco es remota la posibilidad de un enfrentamiento civil en Estados Unidos. ¿Nos tomaremos en serio, de verdad, la lucha contra el cambio climático? No lo creo, visto lo visto. ¿El ambiente político en España? Irrespirable; y tiene pinta de rolar a insoportable. ¿La economía? Depende; porque los grandes números remontan, pero las pequeñas realidades de muchas familias continúan siendo lamentables. ¿La precariedad? Resistiendo. ¿La desigualdad? También. ¿El machismo? Enquistado; y con el turbo de la ultraderecha, más ufano que nunca. ¿La posibilidad de reconciliación en Catalunya? Ahora mismo, utópica; si encima la Casa Blanca felicita las navidades a la presidenta del Parlament -o ella finge que es así- pues más difícil todavía; para mí lo de Laura Borràs ha sido el mejor gag de las fiestas.
Optimismo Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El año de la remontada
El pensamiento crítico resulta indispensable, aunque no tiene por qué convertirte en un agonías
Llega el 2022 en la plaza Catalunya /
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