Paseaba por el parque sin meterme con nadie cuando un perro grande vino ladrando hacia mí. Le pedí a la dueña que hiciera algo y lo sujetó de mala gana con la correa al tiempo de aclarar que el animal había olido mi pánico. Entendí que se quejaba de mi miedo, no de la agresividad de su mascota.
El trasluz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Me duele una rodilla
Un dogo de Burdeos
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