Siento un enorme respeto y admiración por aquellas personas que a pesar de la presión mediática y sanitaria deciden continuar, con todas las precauciones que se requieren, con su vida y no renuncian a seguir viviendo en mayúsculas a pesar de la odiosa pandemia que nos acosa. En este momento es casi imposible no sucumbir al miedo que nos transmiten los medios de comunicación con el dichoso ómicron. Algunos llevan dos años hablando del covid en términos apocalípticos. Entiendo que para que todos nos concienciemos hay que cargar las tintas y asustar a la mayoría, o de lo contrario los irresponsables, que los hay, no respetarían nada. Sin embargo, en este afán, hay quien se pasa de frenada y pone exceso de celo en advertir la gravedad de las cosas. Hay que moverse en ese difícil equilibrio entre la concienciación de un problema colectivo serio y la alarma social que a veces se crea; es una línea delgada, pero no imposible de transitar.
Sin pánico Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Ganas de vivir
Cuando salgo al escenario y veo espectadores que vienen a disfrutar a pesar de la presión social, con su mascarilla y sus precauciones, me quito el sombrero
Carles Sans, en escena, en el estreno de ’Per fi sol!’ /
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