Pandemia Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Sarpullidos de vanidad

Los que pidieron el cierre de las escuelas ni siquiera admitieron luego su patinazo y, mucho menos, afrontaron una disculpa pública o asumieron responsabilidad alguna

Alumnos de sexto de primaria del colegio público Antaviana de Barcelona atienden en clase con mascarilla, el pasado junio. / FERRAN NADEU

Afortunadamente, diríase que la crispación y (en menor medida) el alarmismo a cuenta del coronavirus han quedado atrás. Justo estos días hará un año que un nutrido grupo de sabios gestaba un manifiesto para cerrar las escuelas. Esto es, para prorrogar generosamente las vacaciones navideñas 'sine die'. Hoy, visto con perspectiva, podemos alegrarnos que el Govern y su consejo médico hicieran caso omiso de tamaño despropósito, perpetrado por algunos de nuestros ya mediáticos científicos que, a cuenta de la pandemia, se hicieron populares como tal vez nunca soñaron.