Mesa de diálogo Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Gambito de referéndum

Reconocidos los dos gobiernos como interlocutores, se augura un escenario de gran complejidad estratégica por razón de lo que se jugará

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presidente del la Generalitat, Pere Aragonès.

Pedro Sánchez siempre se negó a reconocer la existencia de un conflicto político entre el Reino de España y Catalunya. Cada vez que los representantes de ERC se lo argumentaban desde el atril, respondía negándolo y reprochándolos usar siempre el mismo discurso. Pretendía, no obstante, que se ignorara que él también, a la vez, utilizaba el mismo argumento: “Lo que existe, en Catalunya, es solo un conflicto de convivencia entre catalanes”. De hecho, había preferido convocar unas elecciones en abril de 2019 antes de que reconocer el conflicto y la imperiosa necesidad de establecer un diálogo/negociación. Hay que recordar, en este sentido, que el PSOE rechazó incluso la propuesta de Carmen Calvo de introducir un “relator” (a raíz de la condición republicana de presencia de un mediador a cambio de aprobar los Presupuestos) en las posteriores reuniones que se tenían que celebrar para dar continuidad a la primera mesa de diálogo celebrada entre los gobiernos de Torra y Sánchez en el palacio de Pedralbes en diciembre de 2018. Encuentro que provocó una revuelta en el grupo parlamentario socialista, el grito a somatén de Felipe González y de Alfonso Guerra porque en el comunicado conjunto posterior a la reunión se afirmaba querer avanzar hacia una solución bajo el paraguas de la seguridad jurídica sin hacer mención específica al texto constitucional. La convocatoria de la manifestación de Colón por parte del trío Casado-Rivera-Abascal hizo el resto.