BARRACA Y TANGANA

Errores humanos

Acertar puede ser fácil. Lo difícil de verdad es saber por qué has acertado

El exfutbolista Andrey Arshavin y el jefe de Competiciones de la UEFA, Michael Heselschwerdt, durante el sorteo de Champions. / Reuters

Equivocarse es fácil. Lo difícil es admitirlo. Si a mí me pasa lo del sorteo de la Champions también le habría echado la culpa al software, al informático y a ser posible a un becario. Es nuestra particular venganza por lo que nos suele ocurrir con los informáticos en el trabajo. El 99% de las veces que tengo un problema con el ordenador y se lo comunico a los de sistemas para que lo arreglen, resulta que el problema era una tontería impresionante, una obviedad, y además se había creado por algún fallo mío, por lo que me siento absolutamente ridículo, un anciano senil y torpe como un pato. Qué menos, a cambio, que echarles la culpa de nuestros errores de vez en cuando, como el lateral que sube la banda, envía el centro fuera del campo y se gira para mirar el césped para hacernos creer que le ha botado mal la pelota, cuando en realidad es simplemente muy malo.