La RAE ha tenido a bien aceptar, en la última remesa de nuevas definiciones de su diccionario, la de "rayarse" como "obsesionarse o preocuparse excesivamente". Nos sobran los motivos para aumentar vocablos en estos tiempos. Nos rayamos cuando alguien tose cerca, aunque llevemos mascarilla, aunque estemos a dos metros, aunque llevemos toda la vida estornudando a la cara de los demás en el bus o en el trabajo o en un bar y nos hayamos pegado resfriados y hasta gripes desde que tenemos uso de razón. El covid es más peligroso porque en el fondo sigue siendo un gran desconocido, del que aprendemos cada día algo nuevo que nos da pistas para combatirlo. Y es el miedo el que nos lleva a buscar el inalcanzable riesgo cero. Al menos a ratos, porque luego vas de compras al Portal de l'Àngel un sábado por la tarde y te lleva la marabunta, y comes en un restaurante muy concurrido, también vas al cine donde no se puede uno quitar la mascarilla a no ser que comas palomitas o dulces o bebas un refresco o agua y ya no llevas la mascarilla durante la mitad del metraje.
El desafío covid Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Rayarse en Navidad
La epidemia más sigilosa que nos acompaña esta Navidad es la de la moralidad tóxica, que nos divide de forma subliminal en buenos y malos, y que se alimenta de la otra viralidad de estos tiempos, las redes sociales, la gran plaza pública.
Las mejores mascarillas FFP2 para celebrar una Nochebuena tranquila
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