Más allá de su atractivo exotismo, con todos esos equipos ignotos de ciudades del centro y el este del continente (la mayoría de los cuales, desgraciadamente, suelen quedar eliminados antes de la ronda de dieciseisavos), la Europa League es, para un club de la exigencia histórica del Barça, una competición 'bajonera', a la que solo se puede sacar algún rendimiento económico en caso de quedar campeón y que, para mayor calamidad, se juega los jueves, con lo que los partidos de Liga del fin de semana siguiente quedan seriamente comprometidos. Por no tener, la Europa League ni siquiera tiene un himno con letra que se pueda abuchear a gusto (de hecho, después de varios cambios desconcertantes, el actual himno de la competición es una pieza llamada ‘Sinfonía del silencio’, así de deprimente es la cosa).
Análisis
El Barça en la Europa League: una sinfonía del silencio
Busquets y Dest intentan frenar a Davies. /
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