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No politicemos la lengua

¿Cómo es posible que se nos quiera imponer un 25% de castellano por parte de unos jueces que no tienen ni idea de pedagogía, ni de cómo se aprenden las lenguas desde la guardería a la universidad?

Alumnos del colegio Ipsi de Barcelona durante una clase de catalán. / Elisenda Pons

“La llengua és inseparable de l'escola; la llengua és una realitat i un instrument privilegiat en la tasca educativa i instructiva de l'escola”. Marta Mata Garriga

Es angustioso que cada equis tiempo tengamos que escribir para recordar la importancia de la lengua que, en el caso de Catalunya, ha sido uno de los principales instrumentos de recuperación de la democracia, la igualdad y la recomposición de la unidad civil.

El catalán volvió a la escuela durante la dictadura, en los años 60 del siglo XX, en aquellas escuelas llamadas activas, donde hacíamos de la lengua un rasgo de identidad, no para segregar a niños y niñas sino para ayudar a amar las dos lenguas, la catalana y la castellana. En la escuela activa teníamos una gran consideración por el lenguaje, fuera cual fuera la lengua en la que el niño se expresaba, porque cualquier actividad tenía la correspondiente actividad lingüística, desde la óptica que aprendíamos de Marta Mata: “Todo aquello que el niño hace se puede decir, se puede hablar, debe hablarse, porque el lenguaje es herramienta de educación”.

Afortunadamente, cuando hablamos y recreamos palabras vamos tomando conciencia de que la lengua es transversal en nuestra vida cotidiana y también en la vida escolar y cultural, y debe estimularnos el deseo de aprenderla sin imposiciones de ningún tipo.

Marta Mata nos recordaba en 1985, hablando de la elaboración de aquella primera ley de normalización lingüística que se aprobó en el Parlament en 1983, que durante el debate fue fundamental apaciguar la visceralidad que inevitablemente opera alrededor de la lengua.

Pasan los años y ¡ay!, por un motivo u otro vuelve la politización de la lengua a la enseñanza, ahora por una sentencia del TSJC obligando al 25% de las clases en castellano, que el TS avala, no admiten el recurso de la Generalitat. Una sentencia que se basa en una ley que ya no existe, porque la LOMLOE o ley Celáa, hoy vigente, deja bien claro que deroga la ley LOCE, que conocíamos como ley Wert, y que afortunadamente ha fracasado en el objetivo de españolizarnos.

¿Cómo es posible que se nos quiera imponer un 25% de castellano por parte de unos jueces que no tienen ni idea de pedagogía, ni de cómo se aprenden las lenguas desde la guardería a la universidad? ¿Nos preguntamos por qué un 25%? Preguntas sin respuesta, dado que el tratamiento de la lengua en la escuela es mucho más que un tema de didáctica y/o de metodología, de cómo se enseña una lengua, ya que los y las maestras lo que deseamos es que les niños se formen lingüísticamente y la utilicen indistintamente según necesiten.

Los años también han servido para realizar estudios que dan a conocer el resultado satisfactorio de la filigrana del consenso reflejado en la ley de 1983 “que todos los niños de Catalunya, cualquiera que sea su lengua habitual cuando inician la enseñanza, deben utilizar normalmente el catalán y el castellano al final de los estudios básicos; que no se separe a los niños por la lengua que hablan y que el catalán tenga un uso progresivo”.

Marta Mata, en una conferencia en la Escuela de Verano de las Terres de l'Ebre en 1984, decía: “La lengua es útil en tanto que sirve de formación y de comunicación al mismo tiempo. La lengua de tu medio es la lengua con la que tú te formas y te comunicas. Por tanto, la lengua útil en Catalunya es la lengua catalana”.

Desde 1981, en Catalunya tenemos competencias en educación y leyes y decretos para hacer avanzar el conocimiento de las dos lenguas en la escuela y en la sociedad, pero demasiado a menudo nos enrocamos con disparates jurídicos y nos olvidamos de las responsabilidades como administración competente de formar buenos profesionales en conocimiento de la lengua. Se ha trabajado desde los primeros años de vida, en la primaria y en la secundaria, por el catalán. Aunque en demasiadas asignaturas solo se utiliza el castellano, sobre todo en los institutos. Como maestros y profesores, es nuestra responsabilidad tratar la lengua según el nivel en que se encuentren niños y jóvenes y de tratarlos según el entorno social en el que vivan, las realidades en Catalunya son diversas.

Dejemos de politizar la lengua y encaremos con rigor los muchos otros problemas que tenemos en la educación en Catalunya. Este es mi deseo.