En los años 90, Pasqual Maragall puso a Barcelona en el tapete internacional organizando el primer congreso internacional de “ciudades educadoras”. Un significante nuevo, potente y utópico. Por tanto, atractivo porque perfilaba la educación como primera prioridad de ciudad y esta, a su vez, se comprometía a reorganizarse como un agente y un contexto educador complementario y aliado de la escuela. Todo un desafío ilusionante para docentes, familias y tejido civil que actuaban en alianza por un bien común: la ciudad educadora como ecosistema de cohesión, innovación y democracia local.
Un modelo urbano más inclusivo Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Ciudades educadoras y colaborativas
La pospandemia y la urgente transición ecológica nos obligan a repensar qué ciudad queremos y vamos a dejar a las futuras generaciones
Barcelona vista desde el Turó de la Rovira. /
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