Voy a escribir una barbaridad, pero como soy ‘el hereje’ (casi) me lo puedo permitir. Hubiese estado bien, muy bien, hubiera significado un gesto limpio, digno, señorial, de educación, reconocimiento y hubiese aumentado (perdón, recuperado) la credibilidad de la ‘nueva era’, que alguien, el que fuese, desde luego no el asesor Enric Masip, que solo fue a París a lucir palmito (alto y corpulento es, desde luego) y alimentar las redes sociales contando que estaba allí, cuando todo el mundo sabe que es uno de los habitantes del camarote, hubiera reconocido que tanta felicidad, lágrimas, imagen y triunfos se los debían (en parte) a la desnortada junta de Josep María Bartomeu, que alguna cosa hizo bien.
ÉXITOS DEL PASADO
Bartomeu hace llorar a Laporta
Alexia Putellas, Joan Laporta y Pedri con los balones de oro /
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